Que será después de las revoluciones árabes?
Debo confesar que este tema merece mucha más atención de la que le voy a prestar en este artículo. Procuraré hacer un buen recopilatorio de los acontecimientos revolucionarios en el mundo árabe cuando recibiremos las noticias del “frente libio”, sobre todo para saber quién se impondrá y si el occidente decide intervenir.
En este artículo me centraré en analizar lo que puede pasar en Egipto y como será este país pasados dos años tras las revueltas. Para hacer un análisis tan arriesgado me permitiré trazar ciertos paralelismos con las recientes revoluciones “de colores” que han tenido éxito en los países ex – soviéticos.
Aunque las peculiaridades sociales pueden ser bien distintas en estas regiones, la estructura de poder y nivel de desarrollo de instituciones políticas puede asemejarse (para solos efectos de este análisis, claro). Aunque hablaremos sobre todo de la revolución naranja en Ucrania y Revolución de las rosas en Georgia, listamos aquí las que han tenido lugar en últimos años:
Revoluciones exitosas
Revolución de las rosas: salida del poder de Eduard Shevardnadze en Georgia el 2003.
Revolución Naranja: elección de Víktor Yushchenko en Ucrania el año 2004.
Revolución de los tulipanes: salida del gobierno de Askar Akayev en Kirguistán el año 2005.
Revolución del cedro: salida de las fuerzas de Siria del Líbano en el año 2005.
Revolución de los jazmines: salida del gobierno de Zine el Abidine Ben Alí en Túnez el año 2010.
Revoluciones fracasadas
Revolución Blanca, fallido intentó de derrocar a Alexander Lukashenko en Bielorrusia.
Revolución Azafrán, fallido intento por parte de monjes budistas de derrocar la dictadura militar en Birmania.
Revolución Verde, protestas en Irán contra el presunto fraude electoral y en apoyo del candidato de la oposición Mir-Hossein Mousavi.
Revolución Twitter, protestas en contra del triunfo del Partido de los Comunistas de la República de Moldavia, en las elecciones parlamentarias de 2009.
Fuente: Wikipedia
La Revolución naranja en Ucrania, al igual que la revuelta en Egipto, trajo muchas esperanzas tanto a los ucranianos como al occidente. Las masas salieron a las calles para protestar contra el fraude electoral dictado de Moscú y el monopolio de poder de los oligarcas. Los días cuando la gente se hecho a las calles han sido días de emoción y de triunfo de la democracia y esta revuelta ha demostrado que es posible hacer una revolución sin disparar un solo cartucho. En aquel momento sorprendió a todos la reacción de las élites en poder (no usaron fuerza para dispersar los manifestantes). Los manifestantes tampoco trascendieron el límite de una manifestación pacífica. Era el ejercicio de la democracia modélico, el republicanismo teórico en práctica.
El resultado inmediato ha sido una nueva ronda de elecciones donde triunfó el líder opositor Víctor Yuschenko. Pero desgraciadamente duró poco en poder. Su política de enfrentamiento con Rusia, vago apoyo de las instituciones europeas, deficiente implantación de sistemas democráticos (que llevó a desorden más que a democracia), constantes peleas dentro de la mayoría parlamentaria y con su aliado más fiel – Yulia Timoshenko le llevo a fracaso rotundo en las últimos elecciones, donde no obtuvo ni 5% de votos. Triunfó su adversario, aquel que perdió la Revolución naranja. La democracia perdió credibilidad en el pueblo, los problemas económicos llevaron a los ciudadanos a una fuerte convicción que el país necesita mano dura, como en Rusia, para desarrollarse y mantener orden. Con la vuelta de Víctor Yanukovich volvió el “antiguo régimen”
La revolución de las rosas en Georgia tampoco tuvo mucho éxito. Mijaíl Saakashvili, un joven reformador, hizo grandes esfuerzos para modernizar y europeizar el país. La reforma de la policía, la lucha contra la corrupción y la apertura económica dieron buenos resultados a corto plazo. Pero Georgia padecía un problema que no era de tan fácil solución como las anteriores. El problema de regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur, políticamente apoyados desde Rusia, con la que el presidente georgiano no llevaba muy bien (en realidad las relaciones eran pésimas, con guerras de visados y cierres de espacios aéreos para tráfico civil). Rusia mantenía sus bases allí en calidad de “fuerzas de paz”, negándose a transferir estas atribuciones a organismos internacionales con competencias. Es más, hay indicios, aunque se niegan desde la parte rusa, que los separatistas obtenían apoyo armamentístico desde Rusia. El inevitable conflicto no se hizo esperar y tras la primera agresión georgiana las fuerzas rusas arrasaron medio país, dejando en ridículo al Mijaíl Saakashvili. Además, en los últimos años de su mandato, el reformador y demócrata Mijaíl mostró signos de paulatina conversión en un político autoritario e incluso dictatorial. Tachó a todos sus adversarios de pro-rusos, cerraba canales de televisión y prensa. Una de las anécdotas ha sido un video para BBC donde Saakashvili, nervioso por los problemas con Rusia, empieza a masticar su corbata pensando que las cámaras están apagados. Así pasó este político, y con el su país, de triunfo democrático a la humillación política. Una pena.
Ambas revoluciones se perpetraron con apoyo político (y probablemente económico/teórico de Washington)
Sumamos un ingrediente más: corrupción
Corrupción es la lacra de todas las sociedades, pero es especialmente dañina para jóvenes democracias. Cuando en un estado dictatorial se puede achacar todo a la falta de controles por parte de la sociedad civil y las carencias del propio sistema, en las democracias no hay excusa. Es más, debido a la libertad de expresión, la corrupción es mucho más visible en las democracias y puede aparentar que hay más corrupción que en un estado dictatorial, donde apenas se habla de esto públicamente. Pues esta corrupción puede fácilmente arruinar cualquier democracia joven. Los cargos públicos, tras sentir la impunidad después de la marcha del dictador, crean sus propias áreas de influencia en las que sacan un buen beneficio personal. Y toda esta pornografía va unida a un ferviente discurso a favor de la democracia. No es difícil adivinar lo que pasará en la opinión publica acerca de las instituciones democráticas.
Como será Egipto en dos años
Egipto reúne todas las cualidades para fracasar en su intentona democrática. Todo esto con mucho pesar del autor de este artículo. No es discutible la proliferación de la corrupción en el país asiático. En gran parte del país las relaciones en la sociedad están sometidas a estas “leyes” informales de la corrupción. Ahora, todos estos corruptos adoptaran el mensaje democrático. También está claro que la sociedad egipcia no es homogénea, esto sin duda llevará a una lucha ferviente por el poder, que desgastará el país. Los mandatarios egipcios se enfrentarán también al problema palestino y no es una a tarea fácil. Hay muchas probabilidades que no estarán a la altura. Y por último, el descontento con la democracia es el caldo de cultivo para los fundamentalismos religiosos. La conclusión es clara: el Egipto espera un futuro oscuro a corto plazo.
Y a largo plazo?
Siempre es difícil predecir a largo plazo, pero se puede hacer si nos centramos en las transformaciones que acontecen en todo el mundo, no solo en el mundo árabe. La democracia, o al menos aparente democracia (como lo que será China en 10 – 15 años) será pre-requisito para el desarrollo económico. En este contexto tenemos esperanzas, porque los cambios acaecidos ahora darán sus frutos dentro de unos diez años. Lo que ha ocurrido es el cambio de mentalidad, el pueblo ahora sabe quién manda realmente en un estado moderno. Y tras la primera desilusión, la gente ya sabrá como actuar. Nos espera un futuro muy interesante en este planeta.
Por: elexterior.es
Y vosotros, ¿qué opináis? Como será Egipto post-Mubarak?